lunes, 1 de marzo de 2010

Más allá de la Ventana

En ocasiones queremos alcanzar lo que no nos es permitido y el capricho de apropiarnos de lo extraño envuelve el pensamiento. Días y noches se mezclan, la realidad y la fantasía de los sueños parecen no delimitarse de una manera clara. Parecen ser una sola verdad.

Lo extraño es peligrosamente llamativo y es inevitable dejarse llevar por aquello que se hace a un lado de la cotidianidad. La fantasía, la imaginación y la posibilidad de ser completamente libre gana la batalla a la más poderosa de las realidades. -Esta mañana desperté con música de infancia y en sueños me visitaron los seres circenses que sólo vemos en la inocencia de la edad sin miedo-

Vivimos dentro de casa y la seguridad de su resguardo es un tesoro, a pesar de eso, seguimos asomándonos a la ventana, anhelando estar fuera, conocer lo que aún no sabemos y llegar donde no alcanza la mirada. Asomarse a la ventana es caminar por el abismo, hay dos opciones: permanecer dentro y olvidar el vacío o seguir adelante y experimentar el vuelo.

No hay nada malo en imaginar aquello desconocido y retratarse a sí mismo de formas diferentes,  hay eso sí, un riesgo contundente e irreversible: Salir al encuentro con los destinos inalcanzables desde la ventana significa abandonar el hogar sin opción de regresar.

Somos inconformes, temerosos y libres al mismo tiempo, con ansias de protección pero también de riesgo. A qué clase de juego, a qué clase de verdad se enfrentan quienes han preferido la soledad de una vida en permanente abandono, en permanente búsqueda. De qué se pierden los que han preferido cobijarse en el resguardo del hogar, del amor conocido. De qué se pierden quienes nunca han tenido un lugar al que llegar, alguien que tibiamente los espere.

La literatura y el cine tienen la extraña propiedad de sumergirnos en las posibilidades de SER de manera distinta, imaginarnos viviendo de una manera llena de las posibilidades que se crean en la mente. Sin limitaciones de espacio, tiempo ni compromisos personales.

Hay días tan fuera de lo común, que los recuerdos parecen capítulos soñados de una vida paralela.

Les dejo dos recomendados cinematográficos para la semana:
  • Fur-Retrato de una obsesión de Steven Shainberg

10 comentarios:

  1. con el tiempo hemos crecido para encontrarnos rodeados de situaciones en su mayoria inesperadas, instantes en el q volver a ser quienes fuimos en aquella edad sin miedo es la mejor y la mas positiva de las decisiones, de lo unico q se pierden los seres al escoger otros caminos es a la posibilidad de una vida totalmente diferente, quien en realidad quiere hacer el cambio? quien en realidad quiere saltar del abismo para asi construir sus alas en el camino abajo.... Me alegra conocerte de nuevo

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  2. La realidad y la ficción se mezclan cuando la rutina que nos carcome día a día se rompe por un instante de tiempo es aquí, donde nuestra razón se confunde y nos lleva a paisajes paradisiacos que al parecer son pocos a lo largo de nuestras melancólicas vidas.

    Es por esto que las cosas que nos son extremadamente raras nos causa curiosidad y en cierto modo miedo por lo cual para muchos es mejor mirar desde la ventana y no estimular la curiosidad.

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  3. Si no se arriesga un huevo no se tiene un pollo

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  4. Es difícil reconocer la inmensidad, lo magnífico y lo trancendental de lo extraño y lo sensible, cuando para los ojos de los demás pueda ser un mar de oscuridades e inestabilidades y el hecho de NO llegar a experimentar sensaciones que solo la razón y corazón en ese almalgama pueden sucitar.

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  5. Posiblemente existan más opciones después de bordear el abismo que tan bien cifras en la metáfora de la ventana. Y, desde luego, tienes razón en el vértigo ante la seguridad que persuade y la aventura que convoca; “Somos inconformes, temerosos y libres al mismo tiempo, con ansias de protección pero también de riesgo”.

    Imposible estar en desacuerdo con la referencia cinematográfica. Es verosímil pensar que el cine sea mejor que la vida. No solo contigua a la metáfora de la ventana, el cine constituye la alternativa cuando, ante el vértigo, se prefiere la seguridad y la calma.

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  6. Me encanta tu comentario "Anónimo final"

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  7. Por cierto. Olvidaste mencionar que el cine no es nada sin la música. Claro, ese no era tu asunto. Escucho apartes de la banda sonora de The Commitments de Alan Parker. Así la vida me gusta mucho más.

    La película, con todo y ser un indiscutible icono del cine, comporta sus defectos… No sé, ¿no te parece que los cantantes recientes ser actores?...

    Después de saborear este delicioso bocado, me asomo a la ventana; sí, esta tarde me abandonaré un poco. Abandonaré la seguridad; pero regresaré al hogar.

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  8. “En ocasiones queremos alcanzar lo que no nos es permitido y el capricho de apropiarnos de lo extraño envuelve el pensamiento”. ¿Encuentras cinematográfica la frase? Fíjate, yo sí, puesto que, bien vista, la divertida y angustiante “La Ventana Indiscreta” (1954) de Alfred Hitchcock es la expresión cinematográfica de tu frase.

    James Stewart no puede salir de su apartamento, un accidente lo incapacita. Su alternativa es la ventana. Desde ella y con la ayuda de una ortopedia impertinente –unos binóculos–, logra invadir la intimidad de otro mundo y apropiar sus confidencias.

    No obstante, su caprichoso allanamiento le acarreará un castigo ejemplar; ya lo decías, no podemos “apropiarnos de lo extraño” impunemente. En este caso, aquello “peligrosamente llamativo” es, al acercarse, efectivamente peligroso.

    Para el caso de “La Ventana Indiscreta” la cotidianidad de James Stewart quedará restablecida después de la transgresión, aunque la huella de la misma sea la imposibilidad de asomarse a la ventana desprevenidamente.

    Pero hay algo que no me queda claro, o que no logro compartir en lo que dices. Me pregunto, ¿es la búsqueda “de ser completamente libres” lo que impulsa a atisbar en lo prohibido? Quiero decir, atisbamos en el misterio y alcanzamos revelaciones de las cuales, como le sucede a James Stewart, rápidamente queremos apartarnos, es cierto, pero ¿no será que lo hacemos porque adoramos el vértigo?.

    ¿No será que adoramos el vértigo porque sabemos imposible y repudiable la libertad? Porque es el vértigo el equivalente negativo de la libertad, su antónimo, no la esclavitud.

    La experiencia de la libertad es la de Robinson Crusoe (Daniel Defoe, 1719). Despojado de todas sus cadenas, abandonado a su suerte en una isla remota, Robinson no acepta la invitación que la fortuna le extiende para alcanzar la libertad absoluta renunciando al más poderoso eslabón –el yo– y sumergirse en la despersonalización, en esa vida anónima y natural, primigenia y salvaje, representada en la tribu de la cual hace parte “Viernes”, su compañero.

    Por el contrario, Robinson recrea sus antiguas ataduras y mediante una patética tramoya edifica el calamitoso sucedáneo de lo que ha perdido; ¿recuerdas que en la versión hollywoodense (“Naufrago”, Robert Zemeckis, 2000), encarnada deplorablemente por Tom Hanks el sosias de “Viernes” está “empajado” –porque no podemos llamarlo “encarnado”– por “Wilson” la pelota de voleibol que se convierte en la compañía de Hanks?

    No buscamos la libertad por la sencilla razón de que no sabríamos qué hacer con ella o porque al obtenerla seríamos presa de la añoranza generada por la pérdida del “calor del establo”, como denomina Nietzsche a esa necesidad gregaria de calor y compañía.

    Es más, aquella música de infancia de la que hablas, que enternece y puebla de extraordinaria felicidad el entresueño, ¿quizá no sea otra cosa que la nostalgia por el tiempo en que somos más dependientes y sometidos a una voluntad delegada felizmente en otro?

    Puede ser que anhelemos estar fuera porque tenemos seguridad y no “a pesar de ello”…

    Pero puedes suponer que señalar lo anterior es acaso enfatizar en un matiz, un asunto de tono, de acento, de dimensión.

    Algo que no modifica notablemente el corolario; “asomarse a la ventana es caminar por el abismo”.

    Además, asomarse y salir, quizá sean una sola acción. Una vez afuera, muy bien lo dices, no hay alternativa…

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  9. woau.... hace tiempo no revisaba el blog y menos los comentarios, indiscutiblemente y apesar de alardear de cinéfila has visto y conoces más de cine que yo, "tengo tarea". Por otra parte, tienes razón en lo difícil que sería poseer libertad, ahí está que uno de los mayores problemas de cualquier sujeto es tomar decisiones, siempre es más fácil dejar que el rumbo de las cosas nos lleve a la orilla que nos saque del naufragio, que crecer no duele porque se acabe la época del juego o el amor de los padres,sino porque implica tomar el timón y dirigir una embarcación que nunca aprendemos a llevar.

    Estoy de acuerdo, después de pensarlo bien, en el hecho de que el vértigo sea el antónimo de la libertad o mejor la consecuencia de no alcanzarla, si bien fuera tan sencillo lanzarse al abismo no tendría nada llamativo, pero no me adhiero a tu postura de que asomarse y salir sean una sola acción, cuando te asomas añoras e imaginas lo que desconoces, pero si sales puedes bien perderte en los nuevos caminos recorridos o añorar lo que conoces y no es recuperable !No es igual!
    Abrazo "Anónimo"

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  10. Esta vaina va viento en popa. Hace rato no venía, me sorprende la intelectualidad de esos muchos anónimos, todos cinéfilos ávidos y divagantes convincentes. Después de tanto comentario lúcido, da miedo decir pendejadas, pero aquí vamos. El vértigo son las ganas de saltar, me uno a ti Nata, siendo totalmente Kunderianos (?). Comparto tus miedos, pero a veces simplemente rasguñamos la pared intentando abrir un hueco que nos permita ver la calle, sin darnos cuenta de la ventana está a dos pasos. Humanos demasiado humanos, diría el trapecista del vértice de las estrellas. La libertad es sólo un artilugio de los días que alimenta la esperanza. Nada depende de tus manos, la libertad no es antónimo de nada, es falacia o idealismo. Me inclino por el idealismo. Negros cimarrones acompañados de perros que no saben qué hacer sobre un árbol (Carpentier)

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