viernes, 6 de junio de 2014

No llegaste a los 30

Algunas noches, cuando vuelvo a casa y hace frío, me río en solitario al recordar la indumentaria con la que hacías frente a la noche bogotana. No tendrías ni 25 y lucías como un abuelo hipocondriaco: Guantes de lana, gorro y bufanda. Apenas se te asomaba la redonda naríz que a pesar de intentarlo no lograbas proteger

Eras un topo de tierra caliente al fin y al cabo

A veces te recuerdo sin previo aviso y duele...
Nunca nos despedimos. Desconocía que estabas partiendo para siempre...

Una tarde puse flores en una placa con tu retrato aunque dudé que estuvieses ahí.
¿En dónde te quedaste? ¿En dónde te dejaron?


Te lloro de vez en cuando

...sobretodo cuando escucho la canción del elegido y otras parecidas que me enseñaste a entender para entenderte. Pero especialmente, para no olvidarte.

miércoles, 9 de abril de 2014

Curiosos desenlaces: El encuentro con la historia de un día como hoy

Casi no voy. Estuve evitando toda la mañana el tener que cruzar la séptima hacia el sur desde el Museo Nacional. El motivo de mi evasión -debo reconocerlo- no era otro que la pereza. Finalmente tuve que caminar hasta la carrera 5a con calle 11 para entregar el libro que cargaba en mi bolso y que llevaba la inscripción Biblioteca Luis Ángel Arango. Esta tarde, particularmente, disfruté del camino. Pasé por lugares emblemáticos, al frente de esos pacientes testigos de la historia bogotana, los edificios del centro de la ciudad, que esperan su redescubrimiento a manos del Instituto de Patrimonio o su infame demolición, que tarde o temprano llega.
En la Biblioteca, la exposición fotográfica de Sady González que allí se exhibe me hizo un guiño. Me animé a ver las fotografías antiguas por el gusto que tengo sobre la historia de Bogotá. Esperaba encontrar en las imágenes avenidas y bogotanos de otras épocas, transformaciones del paisaje y evidencias de costumbres perdidas. Cumpliendo mis expectativas, así empezó el recorrido por la ciudad de los años 30, inocente, entrañable; pero pronto el paso de una década a otra, en el trabajo fotográfico de este artista, me sorprendió con lágrimas en los ojos.
¡Tantos años y las consignas siguen siendo las mismas, y las promesas rotas siguen sin encontrar solución! Cuánta desolación, cuánto dolor en los rostros de los bogotanos, de los colombianos de hace ochenta, treinta, diez años. Cuánta desolación en los ciudadanos actuales. Las fotografías de Sady González son hermosas, son magistrales pero también son profundamente tristes, desesperanzadoras, porque más allá de ser registros de una época, ponen de manifiesto que la historia de esta nación no ha cambiado y plantea la terrible mirada hacia un futuro que sigue sin ofrecer una historia mejor.

No me había percatado de la fecha. Sólo un par de horas después me asombró darme cuenta que justo hoy es 9 de Abril, que las fotos de Sady González que hoy me conmovieron hasta el llanto, fueron tomadas por él un 9 de abril de hace sesenta y seis años y aún más, que a pesar del tiempo la herida no sana.