miércoles, 19 de agosto de 2020

Una vez guardé silencio sin proponermelo demasiado. 

Él dijo "te llamo después" y yo no quise ser quien llamaría. Esperé unos días, unas semanas

y ese después se tornó en años. Quise hablarle de nuevo, pero me contuve de hacerlo. ¿Qué me lo impidió? ¿El orgullo? ¿La soberbia? ¿El ego?

Aún no bautizo la emoción que me dio el valor de evitar escribirle un mensaje o hacer una llamada. Lo amaba, de la manera impulsiva e imperfecta que se ama a los 17 años 

Pero me amaba a mí misma también de la manera egoísta con la que lo hacemos en la adolescencia

No sabía de perdón, de humildad, de segundas oportunidades, del beneficio de la duda...

 

Esta vez, he debido proponerme cada día mantener la fortaleza de permanecer en silencio. 

Pedir al Cielo valentía para evitar preguntar el por qué. Clamar confianza en la perfección del universo y vivir como quien sale de una adicción "Un día a la vez"

Me debato entre el Mundo y el Cielo, entre la ciencia y la fe. La sicóloga dice suelta, acepta y deja ír. El sacerdote dice, suelta, acepta y lucha porque la unión es indisoluble 

Quiero soltar y dejar ir. 

No puedo seguir cargando el peso de una relación que antes de mi fragmentación ya estaba quebrada. Quiero liberarme de esa responsabilidad

Ya lo hice una vez de una manera poco conciente. Quiero hacerlo ahora de una manera conciente: Aceptar dejarte ser para siempre lo que quieras ser fuera de nosotros y así dejarme ser a mi misma sin ti

Paciencia

                    dicen quienes han estado en la brecha de la espera varios años ¿Qué son unos meses ante la felicidad eterna preguntan?

Una vez, el egoismo no me permitío salir de mi en busca del amor 

Esta vez, mi egoismo no puede ahora pedirle al amor que se quede en contra de su voluntad

Busco la respuesta correcta en el silencio

No hay comentarios:

Publicar un comentario