lunes, 9 de noviembre de 2009

El majestuoso sonido del viento

La genealidad y el capricho humanos han logrado inventos asombrosos de consecuencias inimaginadas. Por lo general la industria bélica y sus desastrosas consecuencias es de aquello que más conservamos memoria, pero existe otro espacio donde la creación ha favorecido las experiencias sensibles y lo mejor que de sí poseemos. Este es el caso de la música, una de las manifestaciones artísticas más compleja, delicada y armoniosa, donde los instrumentos, perfectas obras de ingenieria, son máquinas de una gran precisión resultado de una ingeniosa aplicación de la mecánica, la física y la matemática.

El pasado 6 de noviembre se conmemoró la efeméride 195 del nacimiento de Adolphe Sax, a quien  le debemos la existencia de muchos de los fantásticos sonidos del jazz e intérpreaciones maravillosas como las de John Coltrane gracias a la construcción que hizo del saxofón, un instrumento de viento que tiene la fuerza del metal y la calidez de la madera, pues como Sax lo explicó: mejor que cualquier otro instrumento, el saxofón es capaz de modificar su sonido para adptarse al que conviniera o de poder conservar una igualdad perfecta a lo largo de una interpretación.

El saxofón, ese instrumento tan popular en nuestros días, tiene su historia enmarcada en un capricho humano, en la idea de un belga que quizo transformar a costa de la escepticidad que acompaña todo gran cambio, el sonido tradicional de la música hace 150 años, mejorando el registro sonoro y la adaptación musical del clarinete.


Adolphe Sax creó, indiscutiblemente, un instrumento musical capaz de transmitir toda la pasión de un artista, capaz de desdoblarse como la música en sí misma. Nadie imagina el gran trabajo técnico que pudo haberle llevado su invención, sin embargo nadie podría pensar que no había en él un visionario quien merecidamente bautizó con su propio nombre a esta máquina que transforma al viento en majestuoso sonido.




miércoles, 4 de noviembre de 2009

La contemplación

Cuando se es adulto difícilmente el asombro golpea a la puerta, sin embargo algunos eventos, algunas manifestaciones humanas llegan justo al centro de la sensibilidad y logran afectar y abstraer.

¡Ése es el poder del arte!  

...Traspasar las estructuras, ausentar el tiempo, modificar el espacio, transgredir la realidad y elevar al espectador o al participante de la obra de arte a un estado de contemplación en el que la imaginación o la profunda conciencia abarcan todo el pensamiento.
 
Hace un par de semanas, visité un museo dedicado a la ciencia en el evento más importante al respecto en Colombia "Expociencia", un encuentro de profesores y estudiantes ávidos de conocer o de exponer sus logros y curiosidades científicas, desarrolladas en el aula de clase a partir de una sencilla pregunta como ¿Será cierto que la planta llamada matarratón (Gliricidida Sepium) mata ratones? (Estudiantes de un colegio de la Guajira).

Entre las exposiciones de este museo se encontraban juegos para la comprensión de algunos conceptos de física y biología, colecciones de máquinas que con el tiempo han quedado osoletas y olvidadas, una muestra de astrofotografia que convertían a Pollock en un pintor sin mayor gracia y casi al final una serie de artículos comunes que a pesar de ello causaban curiosidad e invitaban a contemplarlos: Primero una foto hermosa y tranquila ¿La sorpresa? El farol que hacía especial la imagen se encontraba guardado en una maleta junto a mis pies y podría haberla cerrado y llevar conmigo el objeto para alumbrar cualquier calle de la ciudad y hacerla más humana. Pero esa luz no me pertenecía, hacía parte de la serie Portátiles de Ximena Velásquez "una gran artista".


Es complicado delimitar el arte, ahora que cualquier tipo de intervención pretende serlo, aún así el arte verdadero se parece a la ciencia en el asombro y el acercamiento que genera, por eso justifico la presencia de la obra de Ximena Velásquez en Expociencia,  pues el primer paso para las grandes y pequeñas exploraciones es la sorpresa ante lo aparentemente cotidiano, tan sencillo que se podría pensar carente de explicación.