martes, 27 de octubre de 2009

¿A dónde viaja el asombro?

De la infancia se guardan muchos recuerdos, como de un maravilloso viaje, veloz y lejano. Basta un tenue aroma, una canción conocida, una imagen que se repite y ese viaje vuelve a la memoria ocupando los pensamientos durante un rato.

Piero, el cantante argentino, y los recuerdos que su sinfonía inconclusa del mar me traen a la memoria, son la mejor excusa para resguardarme en mi propia "edad de los porques" y detenerme a pensar en el rostro incredúlo de los pequeños frente a situaciones típicas de un día cualquiera: el humo que se asoma en un vaso cuando se vierte agua caliente, el color que deja el frotar entre las manos un pétalo de flor.

Cuando se habita la infancia el mundo se presenta como permanente inquietud y todo lo que sucede es un evento mágico, pero a medida que los años pasan las preguntas disminuyen, la sorpresa también....

¿Realmente son los años aquello que separa a los adultos de los pequeños?
No. La diferencia se basa en que Los niños estan despiertos, habitan con el asombro. Por eso hay preguntas y con cada una de ellas la posibilidad de aventurarse en la experimentación, en la búsqueda de respuestas.

Desconozco a dónde viaja el asombro con el paso de los días pero afortunadamente los niños se renuevan y de esta manera los porqué vuelven a ocupar su lugar en el tiempo, sacándonos de la comodidad de vez en vez, permitiéndonos jugar a ser científicos y a encontrar soluciones a algunas de las más sencillas y geniales inquietudes.

domingo, 25 de octubre de 2009

Incertidumbre

El primer instante de SER, consiste en una ruptura difusa entre lo posible y lo imaginado, carente de seguridad y claridad.

El mundo al que pertenecemos, ese al que nuestros sentidos se han habituado sin más interrogantes, no es muy distinto de aquel abstracto microcosmos que estudia la ciencia. Cada decisión, cada giro en el camino andado, cada palabra pronunciada, marca de una manera indeterminada la existencia sin permitirle suceder de otro modo. Así funciona nuestra vida, tal como se comportan las partículas que constituyen el universo: Werner Heisemberg, a sus 25 años sabía todo sobre las limitaciones fundamentales de la existencia de lo diminuto, con su Principio de Incertidumbre demostró que "medir la posición del electrón en un instante hace inexacto nuestro conocimiento de su posición futura" pero su premisa asegura también que esta limitación frente a la medición de la posición y el momento no es apreciable en los objetos de tamaño ordinario y sin embargo la existencia de los hombres está signada por la incertidumbre y el temor constante frente a la posibilidad de errar.

"Cuanto mayor sea la exactitud con que se conoce la posición, menor será la exactitud con que se conoce el momento" y viceversa. El futuro no puede conocerse, el tiempo es tan sólo una invención humana y lo único que nos es posible saber con exactitud es nuestra condición actual. Al fin y al cabo como dijo Carl Sagan la tierra es sólo un pálido punto azul en la inmensidad del universo, y nosotros en él partículas tan pequeñas como electrones.


Un pálido punto azul